lunes, 6 de febrero de 2017

Persona y sociedad

PERSONA  Y  SOCIEDAD

¿QUÉ  ES  EL  SER  HUMANO?

“Tan solo por la educación  puede el hombre llegar a ser hombre. El hombre no es más que lo que la educación hace de él”
(Inmanuel Kant, 1724-180, filósofo alemán).
A lo largo de la historia, se fueron dando una cantidad infinita de conceptos del ser humano, en ninguno de estos conceptos en particular, ni en el conjunto de ellos, podemos hallar una respuesta definitiva a esta esencial cuestión. 
Así, afirmamos que el hombre es:
  • Una creación de Dios, un ser de naturaleza espiritual
  • Un ser pensante, un animal racional
  • Un ser simbólico, por su capacidad de utilizar símbolos en la interpretación de la realidad y en su acción comunicativa
  • Un ser creativo, capaz de transformarse a sí mismo y transformar al mundo
  • Un ser libre, capaz de elegir y de hacerse responsable de su elección


Obviamente no concluye con este pequeño listado el infinito número de conceptos que se dieron, así mismo, no podemos negar que todas estas concepciones sobre el ser humano son ciertas, pero en parte, pues, ninguna agota la comprensión total del ser humano y, aún si uniéramos esta infinita gama de definiciones, seguramente quedaría aún mucho por decir. Sin embargo, hallándonos al inicio del estudio científico de la educación, podríamos preguntarnos ¿Cómo entender la naturaleza y el sentido de la educación, sin entender lo que es el hombre, único objeto y sujeto de toda acción educativa? Por ello, no podemos quedarnos sin hacer el esfuerzo de proponer un concepto sobre este ser, aún sabiendo que no será total ni definitiva su comprensión.

El ser humano es un ser esencialmente -no únicamente- racional, afectivo, espiritual, social, histórico y trascendente. Revisemos rápidamente cada uno de estos enunciados.

El ser humano es un ser racional e inteligente, porque intenta conocerse, entender y comprenderse a sí mismo; pretende conocer y comprender la realidad que lo envuelve; porque es capaz de resolver problemas y plantearse otros nuevos, de utilizar un lenguaje de infinitas posibilidades para expresar a los otros lo que piensa y siente. El ser humano, por ser racional es un ser libre, capaz de elegir y de hacerse responsable de su elección, de asumir decisiones, de tomar iniciativas y emplear su capacidad creativa para transformar su realidad; en resumen, es capaz de participar en la vida en relación armónica con los otros creando y recreándose así mismo y al mundo al que pertenece.

El ser humano es también un ser afectivo, es decir poseedor de un conjunto de sentimientos inferiores y superiores, positivos y negativos, fugaces y permanentes que surgen al enfrentarse la persona consigo misma y con el mundo exterior, pues, lo que existe y acontece en nosotros y en el mundo que nos rodea nos afecta positiva o negativamente despiertan en nosotros odio o amor, alegría o en tristeza, nos enerva la crueldad y la injusticia, apreciamos el arte y lo bueno. Esto es lo peculiar de la vida humana, no ser sólo organismos biológicos, ni sólo seres cognoscentes sino también dueños de un rico y maravilloso mundo interior que responde afectivamente ante las experiencias

No podemos negar que el ser humano es un ser espiritual, que es el nivel superior de la persona. Todo ser humano tiene un centro de referencia que le permite coordinar todas sus actividades: pensar, sentir, actuar. Este punto de referencia es el espíritu humano que se halla constituido por  la concepción del mundo que tenga la persona, por el concepto de sí mismo, su sentido de libertad y autonomía, la capacidad de pensar y actuar por sí mismo, la capacidad de crear y transformar, de hacer proyectos de vida y dar razón a su existencia en función de un fin superior. Este tercer nivel es el factor esencial más importante del ser humano y lo diferencia del resto de los animales.

El ser humano es un ser histórico porque su ser, mientras vive, se va construyendo a cada instante en la relación con la realidad que lo circunda, como una escultura que nunca acaba de perfeccionarse. Pero, no debemos olvidar que pese al cambio constante en el que se halla, la persona es ella misma en todo momento, pese a los cambios en su apariencia física o la suma de sus experiencias. Nadie puede decir que lo que hizo ayer no lo compromete porque ayer era otro diferente al que es hoy. Llevamos nuestro pasado en lo que somos ahora y no nos deshacemos de él al caminar hacia el futuro. Somos históricos porque vivimos un tiempo definido –nacemos y morimos- y, porque en cada instante de ese “nuestro” tiempo vivimos pasado, presente y futuro. Sin embargo, es conveniente recordar que ese tiempo “nuestro”, no es exclusivamente nuestro, es un solo tiempo que compartimos todos, esto explica en parte que lo que haga o no haga alguien, tendrá su efecto en los demás.

Lo trascendente es entendido como lo que está “más allá de algo”. El ser humano es trascendente, porque su ser no se agota en él, va más allá de lo que es, porque se prolonga en lo que hace, porque lo que hace tiene efecto en su mundo, en su contexto. Esto lleva a afirmar que, la vida de una persona es trascendente, en la medida en que su acción repercute en su medio. Así, se diferenciará la trascendencia de una persona que vive en la rutina y lo cotidiano, de aquella otra que da sentido a su vida luchando por conquistar grandes objetivos, orientada por grandes ideales, tal el caso de Cristo, Gandhi o Bolívar.


1.1          EL SER HUMANO COMO SER NATURAL Y SOCIO – CULTURAL

Es una opinión predominante entre los pensadores humanistas sostener que el ser humano tiene tres niveles o estratos que se han desarrollado sucesiva e históricamente, a través del tiempo.

El primer nivel o base lo constituye el ser natural o biológico, portador de la programación genética que ordena su funcionamiento y desarrollo. El ser biológico no es aprendido sino que nos viene dado por la herencia, como producto del proceso evolutivo que abarca a todos los seres vivos de la naturaleza. Sin embargo, sabemos hoy que si bien nacemos con una dotación genética, ésta no es total y absolutamente determinante en el desarrollo de la persona, puesto que  el ambiente y el estilo de vida pueden modificar grandemente los factores genéticos con los que nazca. De ahí que, la polaridad entre herencia y ambiente, sea hasta hoy tema de debate e investigación.

El segundo nivel es el ser social y cultural del hombre. El término “cultura” engloba los modos de vida, ceremonias, arte, invenciones, tecnología, ciencia, sistemas de valores, derechos fundamentales del ser humano, tradiciones y creencias, filosofía, etc. En todos estos contenidos culturales se expresa el hombre, busca significados y crea obras que le trascienden. La cultura la crea el ser humano en sociedad, a lo largo del tiempo e influido por las características del espacio que habita. Por ello, no puede separarse el concepto de cultura del concepto de sociedad, pues son absolutamente complementarios: la sociedad crea cultura y, la cultura da forma a la sociedad. El ser humano no sólo es un ser biológico, es “humano” precisamente porque participa de una sociedad y nutre su ser cognitivo, afectivo, histórico y trascendente con la cultura que comparte con su grupo social. El ser humano aprende a serlo a través del proceso de socialización y de la interacción con el ecosistema sociocultural.

Ahora bien, el funcionamiento óptimo del ser humano requiere que seamos capaces de lograr la armonía, la concordancia, el equilibrio entre el ser natural, el ser sociocultural y el ser espiritual que conviven en cada uno de nosotros, constituyendo una unidad armónica. La contradicción entre estos niveles o entre el individuo y la sociedad, estimula y promueve el desarrollo y el cambio. Lo inadecuado y nocivo es cuando la dimensión del conflicto y la contradicción excede la medida de lo tolerable y puede determinar un antagonismo o ruptura donde debe haber armonía y equilibrio. Se debe buscar, como dijo Heráclito en bellas palabras: “Armonía en la contrariedad como en el caso del arco y la lira”.

1.2          EL SER HUMANO COMO SER PERFECTIBLE

El tiempo que tiene de vida la especie humana, respecto al tiempo que tiene el universo es insignificante. Si comprimiéramos el tiempo en un año cósmico, escala en la que el periodo de vida del universo -desde su formación hasta hoy día- se compara con un año calendario-del primero de enero al 31 de diciembre-, los acontecimientos hubiesen sucedido en este orden: el Big Bang (o explosión en el que tuvo su origen los planetas, soles y todos los cuerpos celestes), habría tenido lugar el 1 de enero cósmico, exactamente a medianoche. En este calendario, el Sistema Solar no aparece hasta el 9 de septiembre, la vida en la Tierra surge el 30 de ese mes, el primer dinosaurio aparece el 25 de diciembre y los primeros primates el 30. Los más primitivos Homo sapiens no llegan hasta diez minutos antes de medianoche del último día del año, y toda la historia de la humanidad ocupa sólo los últimos 15 segundos.

Sin embargo, en estos 15 segundos de vida que tiene la especie humana en el año cósmico, pudo, partiendo del uso de hachas de piedra, llegar a la luna; desde imaginarse que la tierra era plana y sostenida por elefantes, hasta llegar al placer de construir, estructuras, especialmente en la medicina y la industria, en base a nanopartículas que, como sabemos, son pequeñas porciones de material (oro, polímeros, materiales magnéticos, etc.), que miden de uno a diez nanómetros de diámetro (unidad de medida equivalente a una millonésima parte de un milímetro o la mil-millonésima parte del metro). 

Son tan pequeñas las nanopartículas que en una cabeza de alfiler caben cómodamente 900 millones de nanopartículas). 

Así también, si observamos la vida de una persona, podemos asombrarnos que de una simple célula invisible a simple vista, en 9 meses es dado a luz con cerca de 3 kilos, en un estado de indefensión y dependencia totales, pero al año ya camina, a los 2 años empieza a mostrar cómo se va apoderando del lenguaje, a los 6 o 7 años ingresa a la escuela, a los 14 o 15 al colegio. Para entonces no sólo sabe aritmética, sino que es capaz de diferenciar entre el bien y el mal, entre lo justo y lo injusto, alrededor de los 23 o 24 años es un profesional capaz de ponerse al servicio de la sociedad.

Los ejemplos que muestran el vertiginoso desarrollo de la inteligencia humana, no sólo se hallan en la ciencia, la técnica o la industria, sino también en su organización social, en la creación de bienes culturales, en su concepción religiosa, en su capacidad de ser libre, etc. Todos los adelantos revelan su perfectibilidad, su capacidad de ser más como individuo, como ser inteligente, como ser social, afectivo, ético, creativo y trascendente.   

En el ámbito antropológico, todos afirman que el hombre no es un ser perfecto, pero sí perfectible, porque es un ser nunca acabado o definitivamente hecho, sino siempre en proceso de construirse. Este proceso de construcción y cambio de la persona y la sociedad, esta naturaleza perfectible de ambos da significado y razón a la educación, pues, es ella la que hace posible que esa perfectibilidad logre realizarse en la más alta expresión.

Las ciencias de la educación no tienen más propósito que el de planificar y ejecutar procesos educativos a fin de que persona y sociedad sean mejores.

2.            SOCIEDAD  Y  CULTURA

Siendo la educación, por esencia, un fenómeno sociocultural, al inicio de su estudio, se hace necesario ahondar la comprensión de los conceptos “sociedad” y “cultura”

2.1          LA SOCIEDAD: APROXIMACIÓN CONCEPTUAL

El hombre es un ser social, está inmerso en la sociedad desde que nace hasta que muere. Pero resulta difícil dar una definición exacta de sociedad, por ello puede encontrarse una variada gama de definiciones:
  • "Reunión permanente de personas, pueblos o naciones que conviven y se relacionan bajo unas leyes comunes".
  • "Es un gran número de seres humanos que obran conjuntamente para satisfacer sus necesidades sociales y que comparten una cultura común".
  • "Sistema o conjunto de relaciones que se establecen entre los individuos y grupos con la finalidad de constituir cierto tipo de colectividad, estructurada en campos definidos de actuación en los que se regulan los procesos de pertenencia, adaptación, participación, comportamiento, autoridad, burocracia, conflicto y otros".


2.2          ESTRUCTURA Y FUNCIONES DE LA SOCIEDAD.

 Por estructura social entendemos el orden u organización por la cual los miembros de una sociedad ocupan en ella un lugar especial y propio en el que actúan con vistas a un fin común. Por eso, como diría Fichter, cuando decimos "sociedad" nos referimos directamente a una "estructura formada por los grupos principales interconectados entre sí, considerados como una unidad y participando todos de una cultura común"

2.3          LA CULTURA

La cultura es el conjunto de todas las formas de vida y expresiones de una sociedad determinada. Como tal incluye costumbres, prácticas, códigos, normas y reglas de la manera de ser, vestirse, religión, rituales, normas de comportamiento y sistemas de creencias. Desde otro punto de vista podríamos decir que la cultura es toda la información y habilidades que posee el ser humano.

En el periodo de la. Enciclopedia francesa, que buscaba los medios para difundir “su cultura” entre todos los hombres y hacerla “universal”, "ser culto" significaba conocer en cierta medida la matemática, la física, las ciencias naturales, además de las disciplinas históricas y filológicas en formación. El concepto de cultura, desde entonces, comenzó a significar "enciclopedismo", o sea conocimiento general y sumario de todos los dominios del saber.

La cultura es señalada como el conjunto de modos de vida creados, aprendidos y trasmitidos de una generación a otra, preservándose en una comunidad particular. En este sentido la cultura no se concibe como la formación de un individuo o la madurez de sus valores o la amplitud de sus conocimientos, sino como la vida colectiva de un grupo social determinado cuyos símbolos, lenguajes, productos y hechos sociales lo definen y lo distinguen.

La cultura es así, un término mediante el cual se puede designar la diversidad de formas de organización social, desde la más especializada y compleja, así como las formas de vida tradicionales, teniendo la ventaja de no conceder privilegio alguno a un modo de vida con referencia a otro. Para el relativismo cultural, una manera rústica de cocinar un alimento es un producto cultural lo mismo que una obra pictórica del más cotizado artista de vanguardia en Nueva York o en París.

El hombre para relacionarse con sus semejantes y con su medio crea símbolos que interpretan y comunican la realidad cotidiana, hechos y productos tangibles e intangibles que van desde una frase, un poema, un instrumento de trabajo, un cuento, una obra artística, una reconstrucción histórica, hasta una concepción moral, una práctica religiosa o un lenguaje. Estos elementos constituyen la cultura, sujetos a procesos determinados que se vuelven históricos.

3.   EDUCACIÓN  Y  ESTADO
3.1.        LA  EDUCACIÓN,  COMO  FUNCIÓN  DEL  ESTADO

3.2.        RELACIÓN ESTADO – EDUCACIÓN

Es cierto que hoy día los inmensos retos que enfrenta la educación sólo podrán asumirse si intervienen en este complejo proceso todos los actores sociales, esto es, la familia, las comunidades locales, los grupos organizados, los medios de comunicación, los partidos políticos. Pero el Estado sigue siendo el garante de todo este proceso y sigue teniendo el más importante papel que cumplir, no sustituyendo a los actores sociales que se señalan, sino de forma unificadora, a través de la planificación, ejecución y evaluación de los procesos pertinentes.

La razón de lo anterior radica en que el Estado como tal -no un Gobierno-, es el único ente con derecho a diseñar un proyecto de nación, de establecer la sociedad y el país que se busca construir, este proyecto deberá ser un lineamiento a seguir por todos los gobiernos que a su turno detenten el poder político del Estado.

Para evitar errores en este último concepto, quizás sea oportuno diferenciar aquí los términos de Gobierno y Estado, para referirnos en el siguiente subtítulo a la política:

El gobierno (del griego κυβερνάω "pilotar un barco"), en general, consiste en la conducción política general o ejercicio del poder del Estado. En sentido estricto, habitualmente se entiende por tal al órgano (que puede estar formado por un Presidente o Primer Ministro y un número variable de Ministros) al que la Constitución o la norma fundamental de un Estado atribuye la función o poder ejecutivo, y que ejerce el poder político sobre una sociedad. Ahora, la relación entre partidos políticos y gobierno radica en que, para la ascensión a la presidencia o vicepresidencia, un ciudadano tiene que ser postulado en las elecciones por un partido político 

Un Estado es un concepto político que se refiere a una forma de organización social soberana de un territorio determinado. El concepto de Estado difiere según los autores, pero normalmente se define como el conjunto de instituciones que poseen la autoridad y potestad para establecer las normas que regulan una sociedad, teniendo soberanía interna y externa sobre un territorio determinado.

No debe confundirse con el concepto de gobierno, que sería sólo la parte encargada de llevar a cabo las funciones del Estado. El Gobierno también puede ser considerado como el conjunto de gobernantes que, temporalmente, ejercen cargos durante un período de tiempo limitado dentro del conjunto del Estado.

El gobierno no es lo mismo que el Estado, está vinculado a éste por el elemento poder: el poder del Estado se ejerce en un espacio o territorio definido sin tiempo prescrito, el poder del gobierno se ejerce en el tiempo. Por ello podemos decir que el gobierno pasa, cambia y se transforma, mientras que el Estado permanece idéntico.

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