domingo, 9 de abril de 2017

LA ESCUELA TRADICIONAL,

EL  MODELO  INSTRUCCIONAL Y LA TEORÍA CONDUCTISTA

En  el siglo XVII surgen algunas críticas a la forma de enseñanza que se practicaba en los colegios internados. Éstos estaban a cargo de órdenes religiosas, tenían como finalidad alejar a la juventud de los problemas propios de la época y de la edad, ofreciendo una vida metódica en su interior. Se enseñaba los ideales de la antigüedad, la lengua escolar era el latín, y el dominio de la retórica era la culminación de esta educación. Los jóvenes, eran considerados propensos a la tentación, débiles y con atracción por el mal, por lo tanto, se consideraba necesario aislarlos del mundo externo, ya que éste es temido como fuente de tentaciones. Había que vigilar al alumno para que no sucumbiera a sus deseos y apetencias naturales.

Comenio, publicó en 1657 su obra titulada Didáctica Magna o Tratado del arte universal de enseñar todo a todos. En ella se señalan lo que serán las bases de la pedagogía tradicional. Comenio y Ratichius, fundadores de esta pedagogía, se oponen a que los niños aprendan a leer en latín y no en la lengua materna, postulan una escuela única, la escolarización a cargo del Estado para todos los niños, no importa el sexo, la condición social o la capacidad.

CARACTERÍSTICAS DE LA ESCUELA TRADICIONAL

La Escuela Tradicional del siglo XVII, significa Método y Orden. Siguiendo este principio, identificamos los siguientes aspectos que caracterizan a dicha escuela:

·         Magistrocentrismo. El maestro es la base y condición del éxito de la educación. A él le corresponde organizar el conocimiento, aislar y elaborar la materia que ha de ser aprendida, trazar el camino y llevar por él a sus alumnos. El maestro es el modelo y el guía, al que se debe imitar y obedecer. La disciplina y el castigo se consideran fundamentales, la disciplina y los ejercicios escolares son suficientes para desarrollar las virtudes humanas en los alumnos. El castigo ya sea en forma de reproches o de castigo físico estimula constantemente el progreso del alumno.
·         Enciclopedismo. La clase y la vida colectiva son organizadas, ordenadas y programadas. El manual escolar es la expresión de esta organización, orden y programación; todo lo que el niño tiene que aprender se encuentra en él, graduado y elaborado, si se quiere evitar la distracción y la confusión nada debe buscarse fuera del manual.
·         Verbalismo y pasividad. El método de enseñanza será el mismo para todos los niños y en todas las ocasiones. El repaso entendido como la repetición de lo que el maestro acaba de decir, tiene un papel fundamental en este método.

En el siglo XVIII se profundizó la crítica que a la educación de los internados habían dirigido Ratichius y Comenio. Posteriormente en el siglo XIX, autores como Durkheim, Alain y Cháteau sostienen que educar es elegir y proponer modelos a los alumnos con claridad y perfección. El alumno debe someterse a estos modelos, imitarlos, sujetarse a ellos. Para estos autores, la participación de los elementos que intervienen en el proceso educativo, no difiere sustancialmente de la postura sostenida por Comenio y Ratichius (s.XVII).

El maestro simplifica, prepara, organiza, y ordena. Es el guía, el mediador entre los modelos y el niño. Mediante los ejercicios escolares los alumnos adquirirán unas disposiciones físicas e intelectuales para entrar en contacto con los modelos. La disciplina escolar y el castigo siguen siendo fundamentales. El acatar las normas y reglas es la forma de acceso a los valores, a la moral y al dominio de sí mismo, lo que le permite librarse de su espontaneidad y sus deseos. Cuando esto no es así, el castigo hará que quien transgredió alguna norma o regla vuelva a someterse a éstas renunciando a los caprichos y tendencias personales. Para cumplir con esto los maestros deben mantener una actitud distante con respecto a los alumnos.

La filosofía de la Escuela Tradicional, considera que la mejor forma de preparar al niño para la vida es formar su inteligencia, su capacidad de resolver problemas, sus posibilidades de atención y de esfuerzo. Se le da gran importancia a la transmisión de la cultura y de los conocimientos, en tanto que se les considera de gran utilidad para ayudar al niño en el progreso de su personalidad. Debe tomarse en cuenta que, si bien la escuela tradicional se inicia en el siglo XVII, no deja su influjo e influencia, por lo menos en nuestro país, hasta las postrimerías del siglo XX y, en mucho, esta filosofía perdura en la educación en la actualidad.


En su momento la Escuela Tradicional representó un cambio importante en el estilo y la orientación de la enseñanza, sin embargo, con el tiempo se convirtió en un sistema rígido, poco dinámico y nada propicio para la innovación; llevando inclusive a prácticas pedagógicas no deseadas. Por ello, cuando nuevas corrientes de pensamiento buscaron renovar la práctica educativa, representaron una importante oxigenación para el sistema; aunque su desarrollo no siempre haya sido fácil y homogéneo, sin duda abrieron definitivamente el camino interminable de la renovación pedagógica.

Para la escuela Tradicional, el niño es una tábula rasa sobre la que se van imprimiendo desde el exterior saberes  específicos; la función de la escuela consiste en dirigir esta transmisión de una manera sistemática y acumulativa.

¿Qué implica esta concepción para el currículo? Con el fin de facilitar la comprensión, vamos a descomponer el paradigma anterior y observar sus Implicaciones en cada uno de los principales elementos del currículo:

  • Primer Postulado  (propósitos)

La función de la escuela es transmitir los saberes específicos y las valoraciones aceptadas socialmente. El estudiante es identificado con un receptor, que gracias a la recepción pasiva, la imitación y reiteración logrará reproducir los saberes que le son transmitidos.

Este postulado se ha incrustado en tal forma en el sistema educativo tradicional, que a veces resulta difícil pensar la escuela de otra manera.

  • Segundo Postulado (contenidos) 

Los contenidos curriculares están constituidos por las normas y las informaciones socialmente aceptadas.

Partiendo de una identificación de la ciencia con las informaciones y los conocimientos específicos, la Escuela Tradicional convirtió estos últimos en su objeto de estudio. Y no podía ser de otra manera ya que la finalidad de la educación instruccional es la de dotar a sus estudiantes de los saberes enciclopédicos acumulados por siglos.

  • Tercer Postulado (secuencia)

El aprendizaje tiene carácter acumulativo, sucesivo y continuo, por ello el conocimiento debe secuenciarse instruccional o cronológicamente.

La pedagogía tradicional no es genética. Para ella no importa si se enseña a un niño, un preadolescente, un adolescente o un adulto. No existen ni los períodos, ni las etapas, ni los ciclos.

El estudiante es un elemento pasivo del proceso que, si atiende como es debido, podrá captar la lección enseñada por el maestro. Y como siempre el alumno aprende igual, el maestro siempre debe enseñar igual. En el plano de la secuencia aparecen entonces dos formas dominantes de concatenar y organizar los contenidos: la secuenciación instruccional y la secuenciación cronológica. En la primera de ellas sólo se debe enseñar un contenido cuando la información previa ya haya sido aprendida; en la segunda, aquél se imparte teniendo en cuenta el orden de la aparición de los fenómenos en la realidad.


  • Cuarto Postulado (el método)

La exposición oral y visual del maestro, hecha de una manera reiterada y severa, garantiza el aprendizaje.

La Escuela Tradicional le asigna al maestro la función de transmitir un saber, al tiempo que el alumno debe cumplir el papel de receptor sobre el cual se imprimirán los conocimientos. Ninguno de los dos es considerado activo en el proceso educativo, ya que el maestro es un reproductor de saberes elaborados fuera de la escuela, y el estudiante debe ser un reproductor de los saberes transmitidos en la escuela.

En este sentido, el aprendizaje será efectivo en la medida en que repose en la atención y la reiteración. Pero para lograrlo, el maestro, deberá repetir y hacer repetir, corregir y hacer corregir en tanto que “el alumno deberá limitarse a imitar, atender y corregir”.

La disciplina creará el ambiente para el aprendizaje: garantizarla es asunto de castigos severos a los infractores. Los azotes y los golpes con palos fueron durante mucho tiempo los instrumentos más utilizados por los maestros para evitar la reiteración de las faltas. Hoy en día, las cachetadas, los pellizcos, las humillaciones y los reglazos siguen siendo armas esgrimidas principalmente por algunos maestros rurales, para imponer su autoridad y crear las “condiciones del aprendizaje”.

Garantizadas así la atención y la disciplina, la exposición del profesor debe conducir al aprendizaje en sus estudiantes. Una falla en dicho proceso indicará, por lo tanto, indisciplina, desatención o falta de reiteración en los ejercicios del estudiante.

  • Quinto Postulado (los recursos didácticos)

Las ayudas educativas deben ser lo más parecidas a lo real para facilitar la percepción, de manera que su presentación reiterada conduzca a la formación de imágenes mentales que garanticen el aprendizaje.

Los recursos didácticos propiamente dichos fueron creados a fines del siglo XIX. Salvo experiencias aisladas, entre las que se destacan las de Frobel todo indica que las escuelas no le asignaron importancia a las ayudas educativas sino hasta iniciado el siglo  XX. En la Escuela Tradicional de los siglos pasados, el niño recibía y recordaba los aprendizajes gracias a su percepción, su memoria y su reiteración; pero para ello no contaban ni el maestro ni el alumno con un material auxiliar. Fue la revolución de la pedagogía de la acción, consolida ya bien entrado el siglo XIX, la que al reivindicar el papel de la experiencia, la actividad y al juego en la educación, gesta la creación del material educativo.

Las reflexiones psicológicas de Pavlov (1849- 1936). Watson (1878-1958) y Skinner (1904), mostraron a los pedagogos tradicionales la conveniencia de utilizar y adecuar los recursos didácticos a sus modelos pedagógicos. Fue así como se gestaron las actuales memofichas y los listados de recopilación de Informaciones científicas, matemáticas o sociales, con finalidades educativas. La Escuela Tradicional comprendió que podía conservar su estructura, adecuando los recursos didácticos a sus propósitos.

  • Sexto Postulado (la evaluación) 

La finalidad de la evaluación era determinar hasta que punto habían quedado impresos los conocimientos transmitidos.

La Escuela Tradicional concibe al estudiante como una tábula rasa sobre la cual se imprimen desde el exterior imágenes o conocimientos. Freire la equiparó al sistema bancario, en el cual el maestro es el depositario y el alumno quien recibe y debe mantener la información transmitida.

Así entendido el proceso educativo, es obvio que la función de la evaluación sea la de determinar la presencia o ausencia de los contenidos transmitidos.

Visión global de la Pedagogía Tradicional


La Escuela Tradicional se convirtió prácticamente en la única hasta fines del siglo XIX. A partir de allí se inició la gestación de un nuevo enfoque pedagógico que lleva por nombre “Es cuela Nueva” y que se enfrentó a los principios señalados anteriormente, construyendo unos nuevos. Aun así la Escuela Tradicional subsiste y conserva en la mayor parte de reglones del mundo el predominio educativo hasta nuestros días.

La Escuela Tradicional es mucho más que un método, como a menudo se cree. Es una manera de comprender al hombre y su propósito educativo, es una forma de entender los propósitos, los contenidos, la secuencia, la metodología y la evaluación. Es por ello, un enfoque pedagógico que define una línea de trabajo y un sentido a la educación.

EL CURRÍCULO DE LA PEDAGOGÍA TRADICIONAL


La Escuela Tradicional abandonó el pensamiento, concentrando sus esfuerzos en los aprendizajes mecánicos obtenidos mediante la reiteración de la exposición y la práctica. Es la escuela que privilegia lo particular y específico, desconociendo que ello no puede ser entendido sin la presencia de instrumentos generales del conocimiento. En realidad, puede hacer esto dado que no se preocupa por la comprensión, sino por el aprendizaje mecánico.

Es la escuela de las respuestas definidas previamente, en la cual la duda y las preguntas fueron condenadas al ostracismo.

Es la escuela que anula en el niño al deseo de conocer porque desconoce sus estructuras y procesos de pensamiento y lo condena a los aprendizajes incomprensibles de listados interminables de hechos y nombres.
Es por consiguiente, la escuela que apagó las preguntas y las motivaciones propias de la niñez, generando el desinterés y la incomprensión de la ciencia, común en los jóvenes y adultos de nuestro medio.

La Escuela es totalmente inoperante en los albores del siglo XXI, donde el pensamiento y la creatividad están llamados a ser los motores del desarrollo. Si bien los alumnos que se educaron bajo sus orientaciones aprendieron las operaciones básicas y los rudimentos de la lecto-escritura, no aportó luces en la formación de un pensamiento científico. Redujo las matemáticas a la aritmética y ésta a los algoritmos: redujo las ciencias sociales a la historiografía y la geodescriptiva: con ella las ciencias naturales perdieron su carácter conceptual y se transformaron en listados de plantas, huesos y átomos.

Encontrar y evaluar los principios funda mentales sobre los cuales se levanta el modelo instruccional es, a nuestra manera de ver, la única posibilidad en la dirección de construir alternativas pedagógicas que la superen. Veamos.

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