domingo, 9 de abril de 2017

LOS AGENTES DE LA EDUCACIÓN: EL EDUCANDO, EL EDUCADOR Y EL CIENTISTA DE LA EDUCACIÓN

 

Los agentes de la educación son todos los sujetos y medios de que la sociedad se vale para transmitir los contenidos de su cultura a las nuevas generaciones. La gama de estos factores o agentes de la educación, antaño casi reducida a la familia y la escuela, hoy presenta una gama muy extensa, casi infinita. Para su recuento, no hace falta más que preguntarnos ¿qué factores intervienen en la educación de un niño, de un adolescente o un adulto?: la televisión es un término que encierra ya una infinita gama de factores; las propagandas que, en la calle, nos espera a cada paso; la iglesia o cualquier grupo religioso, la prensa, la radio, los amigos, et., etc.

Un análisis de estos factores nos conducirá a repensar sobre el valor de cada uno y el camino que deberíamos seguir para lograr la educación que buscamos. 

1.   Los agentes primarios


Sin embargo de esa infinita gama de factores que intervienen en la educación del ser humano en sociedad, podemos decir que existen dos agentes primarios, es decir, agentes que hacen a la educación: el educando, los educadores y los contenidos.

1.1   El educando: concepto


El educando, siendo la persona que se educa, que aprende, no sólo se refiere al niño de escuela o al adolescente de colegio secundario, como generalmente se considera. El educando es la persona, que sin distinción de edad, se halla en ese proceso que caracteriza toda la vida del ser humano: aprender.

Pero, debe considerarse con toda la seriedad necesaria ese “aprender”, pues, es un proceso que hasta ahora no se acabó de comprender plenamente y, las diferentes formas de explicar este fenómeno, fueron generando, a lo largo de la historia de la educación, todas las escuelas y corrientes pedagógicas que hoy conocemos: el conductismo, la escuela nueva, el constructivismo, etc.

El cómo aprende el ser humano, es una interrogante no resuelta en su totalidad, lo que arrastra también a la simple teoría el cómo debe enseñarse.

Sin embargo, siendo el educando la persona que aprende, debemos hacer el esfuerzo de comprender todo el proceso psíquico que desata esta acción cognitiva, a más de conocer el  contexto en el que se da y en el que existen factores que determinan la orientación de dicho proceso.


A estas reflexiones debe agregarse las que se refieren a lo que se pretende lograr en el educando a través de la educación: saber saber, saber hacer, saber ser, saber convivir.
Cuando el educando es objeto de reflexión, surgen muchas interrogantes, por ejemplo: ¿qué debe aprender, cómo aprende, cual es el objetivo de la enseñanza, etc. intentaremos abordar este tema desde el trabajo presentado por la comisión Jacques Delors.

La comisión Jacques Delors, designada por la UNESCO para elaborar un estudio sobre la Educación del Siglo XXI, cuyo informe dio lugar al libro “La Educación Encierra un Tesoro”, en su capítulo IV, establece los principios que habrán de servir de sustento a la educación en dicho siglo.

v  Saber SABER o aprender a conocer

el siglo XXI se habrá de caracterizar como el siglo del conocimiento. según estudios, entre 1600 y 1900, el volumen del conocimiento humano se duplicó (en el lapso de tres siglos); se duplica una vez más entre 1900 y 1950. De esta última fecha, en adelante, el período de años de duplicación es cada vez menor. Así por ejemplo, desde el año 2003 se duplicará cada cinco años. Por el año 2030 cada 97 días. Este crecimiento vertiginoso del conocimiento humano no es sólo en cantidad sino en calidad.

El aumento del volumen del conocimiento científico y tecnológico es prodigiosamente veloz.

Frente a esta realidad, aprender a conocer, es una verdadera necesidad y supone, en primer término, aprender a aprender que, a su vez implica el ejercicio y desarrollo de capacidades intelectuales básicas como la memoria, la capacidad crítica, la capacidad creativa, la capacidad de pensar y el rigor lógico. Capacidades que permiten generar nuevas ideas, clasificar y codificar la avalancha de conocimientos,  separando lo accesorio de lo fundamental, articular lo concreto y lo abstracto; orientar hacia el razonamiento científico.

La educación debe contribuir a democratizar la información y el conocimiento y, debe proporcionar las herramientas para que los niños, jóvenes y adultos puedan acceder permanentemente a los avances de la ciencia y la tecnología de forma autónoma, la educación debe lograr que la persona, estudiante o no, sea capaz de apropiarse de nuevos conocimientos de forma autodidacta.

v  saber hacer

aprender a conocer y aprender a hacer son, en gran medida, indisociables. Suele presentarse como la relación entre la teoría y la práctica. ¿Cómo enseñar a los alumnos a poner en práctica sus conocimientos? ¿cómo adaptar la enseñanza al futuro mercado de trabajo, cuya evolución no es totalmente previsible?. He aquí dos retos para la escuela del siglo XXI. Es preciso también “aprender a hacer”.

En este punto la comisión puntualiza los siguientes aspectos: el futuro de las actividades económicas están supeditadas a la capacidad de transformar e innovar. En el proceso de producción ya no se requiere únicamente de tareas físicas, ya es menester el uso de actividades más cerebrales, intelectuales -como el mando de máquinas, su mantenimiento y supervisión- y tareas de diseño, estudio y organización, a medida que las máquinas se vuelven más “inteligentes” y el trabajo se “desmaterializa”. Todo ello nos exige un conocimiento no aislado en la teoría, sino conectado con la realidad y sus problemas.


v  saber ser

la Comisión hace suya el Informe Aprender a Ser (1972) de la Comisión E. Faure. No es lo mismo ser que tener. El ser personal supone la posesión de virtudes, cualidades y capacidades, que pueden manifestarse, expresarse, en cada uno de los actos de la persona. Muchas personas creen valer no por lo que son (intrínsecamente) sino por lo que tienen como objetos materiales: dinero, carros de último modelo, casas lujosas, etc., es decir, por elementos que están fuera de ellos, si por un azar del destino pierden esos aditamentos, quedarían en una orfandad valorativa total.

El hombre es un fin en sí mismo y no un medio (instrumento) para otros fines. Su desarrollo pleno como ser humano debe ser un objetivo esencial de todo proceso educativo, a fin de que se realice plenamente como un miembro de una familia, de una comunidad, de una cultura, de una sociedad, pero también en el aspecto de su individualidad creativa.

Por esto hay que inculcar y formar en los educandos el pensamiento autónomo y crítico, la capacidad de elaborar su propio juicio. El mundo en permanente cambio, exige de la educación conceder un lugar especial al ejercicio de a imaginación y la creatividad, las que a su vez, requieren de un ambiente de libertad.

v  saber convivir

en la era del neoliberalismo y la economía de mercado se privilegian dos valores: la competición y el éxito (que acentúan el individualismo y el egoísmo). Situación que genera una guerra económica desigual y despiadada (para los países subdesarrollados), que provoca tensiones entre los poseedores y los desposeídos. Es de lamentar, a veces, que la misma educación contribuya a exacerbar el clima de tensión, por las tendencias elitizantes y una manera errónea de interpretar la emulación.

¿Cómo mejorar este estado de cosas? ¿es posible conseguir una educación que evite los conflictos o las solucione de manera pacífica? La Comisión cree que es posible fomentando el conocimiento de los demás en sus culturas y espiritualidades: organizando el contacto y la comunicación entre grupos diferentes (etnias, religiones); estableciendo relaciones equitativas, formulando objetivos y proyectos comunes dentro de un ambiente de cooperación. La principal tarea de la educación es profundizar el ideal democrático y consolidar el respeto al pluralismo cultural, religioso e ideológico, más que persistir en un ilusorio universalismo homogeneizador, para garantizar el entendimiento y la convivencia entre los pueblos.

De allí que la educación debe promover la tolerancia y el respeto de otros pueblos y valores, debe ampliar el conocimiento de diversas culturas y religiones en su devenir histórico, combatir los prejuicios y la xenofobia y preparar a los jóvenes para la vida en común y en la diversidad, es decir, aprender a vivir juntos.

1.2 El educador: concepto y evolución histórica


Según Paolo Freire, la educación debe comenzar por superar la contradicción educador- educando. Debe basarse en una concepción abarcadora de los dos polos en una línea integradora, de manera que ambos se hagan a la vez "educadores y educandos".

En nuestro medio, en el periodo anterior a la Ley de la Reforma Educativa, el maestro, considerado como el educador, era el que sabía y, por lo tanto, el que tenía la misión de educar al estudiante. Considerado éste como el aprendiz, desprovisto de todo conocimiento, apto sólo para recibir el saber de sus maestros.

En esa concepción, el maestro era el “transmisor” de los contenidos culturales que se consideraban importantes. Él enseñaba, el estudiante memorizaba y, en el examen, debía demostrar cuánto de esos conocimientos logró retener en ese proceso que ignoraba su capacidad de reflexión y crítica.
 
Hoy, es imprescindible que el educador  humanista tenga una profunda fe en el hombre, en su poder creador y transformador de la realidad. El educador  debe hacerse un compañero de los educandos, para recorrer juntos el camino de aprender y enseñar, pues, el hombre no se libera sólo, ni es liberado de su terrible situación por otro, sino que se libera en comunión con los demás y partiendo desde su realidad.
En todas ellas, educadores y educandos, están condicionados de ante mano a compartir un espacio común. Es decir a conformar una comunidad. O Una especie de comunidad básicamente institucionalizada. Las bases de la educación de hoy, deben ser la de un nuevo rol del educador como Mediador, Mediador entre  los jóvenes y el medio ambiente social y cultural. El educador no es más « solamente » un agente social exclusivo, sino un agente que representa el interés del Planeta, y no  solamente el país y su sociedad. Será tarea de ambos planear el futuro, desde esa perspectiva contemporánea a la situación mundial, regional de América Latina y local de Bolivia.

El  milenio que ha comenzado en este siglo XXI, proporciona una metáfora para el cambio. Motiva el cuestionamiento acerca del pasado y nos permite reflexionar sobre las tendencias que debe abordar la educación social, para enfrentarse a los restos  que de este nuevo siglo.

Pero la educación no es un asunto que está solamente en las manos de los profesionales de la educación. Toda la sociedad ha de cooperar en esa causa, de ahí que se consideran educadores otros factores sociales:

1.3 OTROS EDUCADORES:   LA  FAMILIA, LA  SOCIEDAD, LA  IGLESIA Y LA ESCUELA


Podemos aproximarnos al concepto de educador recurriendo al origen etimológico del término “educador: derivado del latín educator – oris: que educa. El término educar, del latín: educare: dirigir, encaminar, adoctrinar, desarrollar o perfeccionar las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios, ejemplos, etc.” (Diccionario de la lengua española -Real Academia Española-)
Tomando en cuenta lo anterior, podemos decir que dirige, encamina o adoctrina, no sólo el maestro de las unidades educativas, pues, sabemos que en el mundo actual son innumerables los factores que intervienen como “educadores” en la formación de las nuevas generaciones: la escuela, la familia, los medios de comunicación masiva, etc., esto hace complejo el análisis del proceso de formación social del ser humano y, a esto debe agregarse que no todos estos factores tienen la misma incidencia en dicha formación, pues, algunos de ellos tienen suficientes recursos como para neutralizar o anular la influencia educadora de los otros factores.

Pasaremos a desarrollar una rápida revisión de cada uno de estos importantes factores:

v  LA FAMILIA
Innegablemente es el factor más importante en la formación y orientación del ser humano. No podemos negar que es en el seno de la familia que el niño asimila los contenidos más esenciales y fundamentales de la cultura en la que se halla inmerso. Las costumbres, los hábitos, los valores, las tradiciones, las pautas de conducta la forma de ver y evaluar el mundo, la forma de pensar y expresarse, la forma de percibirse y sentir a los demás, etc. son adquiridos en las relaciones primarias del niño con su entorno familiar.

Por lo anterior, las posibilidades económicas y culturales de la familia son, las más de las veces, factores determinantes para el desarrollo o atrofia del potencial que trae cada niño como ser humano.

v  LA ESCUELA

La educación que imparte la escuela se diferencia sustancialmente del de la familia porque es una acción intencionada, por lo mismo, planificada, evaluada y replanificada; en cambio, la educación que se da al interior de la familia, es una educación espontánea y natural, desarrollada en la cotidianidad de la vida. Por ello podemos decir que la escuela es un ámbito artificial, creado por el mismo hombre para sustituir a la familia en la formación de las nuevas generaciones. Esto, porque si bien en un tiempo pudo la familia dotar a sus nuevos componentes de todo lo necesario -conocimiento y destrezas- como para que puedan tener un desempeño adecuado en la sociedad, el avance de las ciencias y las exigencias de la misma cultura, mostraron con rapidez que lo proporcionado por la familia ya no era suficiente, por lo que era necesario de instituciones dedicadas exclusivamente a preparar al hombre y a la mujer para una vida cada vez más exigente.

La escuela, por su naturaleza artificial, realiza grandes esfuerzos para abrirse al mundo y a la vida, pues, es en función de ellos que debe formar a las nuevas generaciones. Este el gran desafío para la nueva escuela: que en su intencionalidad y lo planificado de su trabajo se hallen expresadas las necesidades y aspiraciones del hombre, la sociedad y la historia.  

v  LA SOCIEDAD

La vida en sociedad es la fuente natural y primaria de aprendizaje para el ser humano, no sólo la familia como célula social, sino la sociedad en general se constituye en fuente de conocimientos y de normas para la conducta del individuo. Precisamente, el proceso de socialización implica el moldeo natural al que la sociedad somete a la persona desde su nacimiento.

Las costumbres, las normas de trato social, las formas de pensar, de concebir las cosas, de actuar, etc., en mayor o menor medida, tienen un origen eminentemente social. Esta influencia de la sociedad sobre el individuo es tal, que puede señalarse sin temor a exagerar, que la persona es producto de su medio socio-cultural, obviamente sin negar con ello su capacidad de procesar y transformar, con sentido crítico y personal, la información que puede llegar a él.


v  LA IGLESIA

Otra de las instituciones “educadoras” importantes es la iglesia, en sus múltiples expresiones. Abstrayendo el credo que puedan profesar, no puede negarse que son fuente de valores, de formas de ver al hombre, a su misión y a su destino, a la sociedad, a la historia y a la relación de Dios con toda la realidad.

Estos elementos que son constitutivos de las actitudes hacia la religión, obviamente dirigen, encaminan y adoctrinan a quienes tienen relación con estas instituciones, sin embargo, las diferencias son notorias a la hora de analizar los contenidos de sus mensajes y las concepciones que proclaman, por ello, se hace necesaria también una actitud reflexiva frente a ellas.

1.4     EL  CONTENIDO: CONTEXTO Y SIGNIFICACIÓN DEL CONTENIDO


Cuando el ser y la formación del educando son objeto de reflexión, surgen muchas interrogantes, muchas concepciones y otras tantas propuestas. Obviamente es el motivo de la acción educativa. Sin embargo, ¿el educando es motivo en sí de la acción educativa? Debemos detenernos a meditar esto último si no queremos dar respuestas ligeras.

¿El educando, en el proceso educativo, es tomado en sí  o como depositario de una sociedad y una cultura que quieren perpetuarse a través de las nuevas generaciones? En el marco educativo, el ser del educando no es un ser para sí en forma pura, es un ser en sí y para la cultura, para la sociedad y el momento histórico en el que se halla.

Esto último nos permite afirmar que los contenidos educativos tienen como finalidad esencial que, lo alcanzado por el ser humano en el ámbito científico, social,  tecnológico, etc., no se pierda, sino avance en forma continua: de donde llegó una generación deberá partir la siguiente, sin abruptos saltos ni el desconocimiento de lo logrado.

Por estas razones, cuando tratamos de los contenidos educativos no sólo hacemos alusión a una selección de material, orientada por las necesidades, expectativas y características del educando; aludimos también, y en grado superior a lo reconocido, aquellos contenidos que exige la sociedad, la ciencia y la tecnología del momento.

En la coincidencia de estos dos aspectos del proceso educativo: contenidos y educado, podemos decir que los contenidos presentados a los estudiantes son los que requiere la continuidad de la civilización y la cultura; el grado de dificultad, la secuencia y las estrategias de presentación dependen de las características y necesidades de los estudiantes. 
       

Cuando nos referimos a una educación contextualizada, estamos refiriéndonos precisamente a una educación en la que los contenidos deben responder tanto a las exigencias del medio, como a las características del dicente. En este marco se comprende también lo que es el conocimiento significativo, es decir aquel conocimiento que tiene significado para el educando porque se relaciona con los conocimientos que ya posee (conocimientos previos) y, por que se relaciona con su contexto inmediato.

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