Los agentes de la educación son todos los sujetos y medios de que la
sociedad se vale para transmitir los contenidos de su cultura a las nuevas
generaciones. La gama de estos factores o agentes de la educación, antaño casi
reducida a la familia y la escuela, hoy presenta una gama muy extensa, casi
infinita. Para su recuento, no hace falta más que preguntarnos ¿qué factores
intervienen en la educación de un niño, de un adolescente o un adulto?: la
televisión es un término que encierra ya una infinita gama de factores; las
propagandas que, en la calle, nos espera a cada paso; la iglesia o cualquier
grupo religioso, la prensa, la radio, los amigos, et., etc.
Un análisis de estos factores nos conducirá a repensar sobre el valor de
cada uno y el camino que deberíamos seguir para lograr la educación que
buscamos.
1. Los agentes primarios
Sin embargo de esa infinita gama de factores que intervienen en la
educación del ser humano en sociedad, podemos decir que existen dos agentes
primarios, es decir, agentes que hacen a la educación: el educando, los educadores
y los contenidos.
1.1 El educando: concepto
El educando, siendo la persona que se educa, que aprende, no sólo se
refiere al niño de escuela o al adolescente de colegio secundario, como generalmente
se considera. El educando es la persona, que sin distinción de edad, se halla
en ese proceso que caracteriza toda la vida del ser humano: aprender.
Pero, debe considerarse con toda la seriedad necesaria ese “aprender”,
pues, es un proceso que hasta ahora no se acabó de comprender plenamente y, las
diferentes formas de explicar este fenómeno, fueron generando, a lo largo de la
historia de la educación, todas las escuelas y corrientes pedagógicas que hoy
conocemos: el conductismo, la escuela nueva, el constructivismo, etc.
El cómo aprende el ser humano, es una interrogante no resuelta en su
totalidad, lo que arrastra también a la simple teoría el cómo debe enseñarse.
Sin embargo, siendo el educando la persona que aprende, debemos hacer el
esfuerzo de comprender todo el proceso psíquico que desata esta acción
cognitiva, a más de conocer el contexto
en el que se da y en el que existen factores que determinan la orientación de
dicho proceso.
A estas reflexiones debe agregarse las que se refieren a lo que se pretende lograr en el educando a través de la educación: saber saber, saber hacer, saber ser, saber convivir.
Cuando el educando es objeto de reflexión, surgen muchas interrogantes,
por ejemplo: ¿qué debe aprender, cómo aprende, cual es el objetivo de la
enseñanza, etc. intentaremos abordar este tema desde el trabajo presentado por
la comisión Jacques Delors.
La comisión Jacques Delors, designada por la UNESCO para elaborar un
estudio sobre la Educación del Siglo XXI, cuyo informe dio lugar al libro “La
Educación Encierra un Tesoro”, en su capítulo IV, establece los principios que
habrán de servir de sustento a la educación en dicho siglo.
v Saber SABER o aprender a conocer
el siglo XXI se habrá de caracterizar como el siglo del conocimiento.
según estudios, entre 1600 y 1900, el volumen del conocimiento humano se
duplicó (en el lapso de tres siglos); se duplica una vez más entre 1900 y 1950.
De esta última fecha, en adelante, el período de años de duplicación es cada
vez menor. Así por ejemplo, desde el año 2003 se duplicará cada cinco años. Por
el año 2030 cada 97 días. Este crecimiento vertiginoso del conocimiento humano
no es sólo en cantidad sino en calidad.
El aumento del volumen del conocimiento científico y tecnológico es
prodigiosamente veloz.
Frente a esta realidad, aprender a conocer, es una verdadera necesidad y
supone, en primer término, aprender a aprender que, a su vez implica el
ejercicio y desarrollo de capacidades intelectuales básicas como la memoria, la
capacidad crítica, la capacidad creativa, la capacidad de pensar y el rigor
lógico. Capacidades que permiten generar nuevas ideas, clasificar y codificar
la avalancha de conocimientos, separando
lo accesorio de lo fundamental, articular lo concreto y lo abstracto; orientar
hacia el razonamiento científico.
La educación debe contribuir a democratizar la información y el
conocimiento y, debe proporcionar las herramientas para que los niños, jóvenes
y adultos puedan acceder permanentemente a los avances de la ciencia y la
tecnología de forma autónoma, la educación debe lograr que la persona,
estudiante o no, sea capaz de apropiarse de nuevos conocimientos de forma
autodidacta.
v saber hacer
aprender a conocer y aprender a hacer son, en gran medida, indisociables.
Suele presentarse como la relación entre la teoría y la práctica. ¿Cómo enseñar
a los alumnos a poner en práctica sus conocimientos? ¿cómo adaptar la enseñanza
al futuro mercado de trabajo, cuya evolución no es totalmente previsible?. He
aquí dos retos para la escuela del siglo XXI. Es preciso también “aprender a
hacer”.
En este punto la comisión puntualiza los siguientes aspectos: el futuro
de las actividades económicas están supeditadas a la capacidad de transformar e
innovar. En el proceso de producción ya no se requiere únicamente de tareas
físicas, ya es menester el uso de actividades más cerebrales, intelectuales
-como el mando de máquinas, su mantenimiento y supervisión- y tareas de diseño,
estudio y organización, a medida que las máquinas se vuelven más “inteligentes”
y el trabajo se “desmaterializa”. Todo ello nos exige un conocimiento no
aislado en la teoría, sino conectado con la realidad y sus problemas.
v saber ser
la Comisión hace suya el Informe Aprender a Ser (1972) de la Comisión E.
Faure. No es lo mismo ser que tener. El ser personal supone la posesión de
virtudes, cualidades y capacidades, que pueden manifestarse, expresarse, en
cada uno de los actos de la persona. Muchas personas creen valer no por lo que
son (intrínsecamente) sino por lo que tienen como objetos materiales: dinero,
carros de último modelo, casas lujosas, etc., es decir, por elementos que están
fuera de ellos, si por un azar del destino pierden esos aditamentos, quedarían
en una orfandad valorativa total.
El hombre es un fin en sí mismo y no un medio (instrumento) para otros
fines. Su desarrollo pleno como ser humano debe ser un objetivo esencial de
todo proceso educativo, a fin de que se realice plenamente como un miembro de
una familia, de una comunidad, de una cultura, de una sociedad, pero también en
el aspecto de su individualidad creativa.
Por esto hay que inculcar y formar en los educandos el pensamiento
autónomo y crítico, la capacidad de elaborar su propio juicio. El mundo en
permanente cambio, exige de la educación conceder un lugar especial al
ejercicio de a imaginación y la creatividad, las que a su vez, requieren de un
ambiente de libertad.
v saber convivir
en la era del neoliberalismo y la economía de mercado se privilegian dos
valores: la competición y el éxito (que acentúan el individualismo y el
egoísmo). Situación que genera una guerra económica desigual y despiadada (para
los países subdesarrollados), que provoca tensiones entre los poseedores y los
desposeídos. Es de lamentar, a veces, que la misma educación contribuya a exacerbar
el clima de tensión, por las tendencias elitizantes y una manera errónea de
interpretar la emulación.
¿Cómo mejorar este estado de cosas? ¿es posible conseguir una educación
que evite los conflictos o las solucione de manera pacífica? La Comisión cree
que es posible fomentando el conocimiento de los demás en sus culturas y
espiritualidades: organizando el contacto y la comunicación entre grupos
diferentes (etnias, religiones); estableciendo relaciones equitativas,
formulando objetivos y proyectos comunes dentro de un ambiente de cooperación.
La principal tarea de la educación es profundizar el ideal democrático y
consolidar el respeto al pluralismo cultural, religioso e ideológico, más que
persistir en un ilusorio universalismo homogeneizador, para garantizar el
entendimiento y la convivencia entre los pueblos.
De allí que la educación debe promover la tolerancia y el respeto de
otros pueblos y valores, debe ampliar el conocimiento de diversas culturas y
religiones en su devenir histórico, combatir los prejuicios y la xenofobia y
preparar a los jóvenes para la vida en común y en la diversidad, es decir,
aprender a vivir juntos.
1.2
El educador: concepto y evolución histórica
Según Paolo Freire, la educación debe comenzar por superar la
contradicción educador- educando. Debe basarse en una concepción abarcadora de
los dos polos en una línea integradora, de manera que ambos se hagan a la vez
"educadores y educandos".
En nuestro medio, en el periodo anterior a la Ley de la Reforma
Educativa, el maestro, considerado como el educador, era el que sabía y, por lo
tanto, el que tenía la misión de educar al estudiante. Considerado éste como el
aprendiz, desprovisto de todo conocimiento, apto sólo para recibir el saber de
sus maestros.
En esa concepción, el maestro era el “transmisor” de los contenidos
culturales que se consideraban importantes. Él enseñaba, el estudiante
memorizaba y, en el examen, debía demostrar cuánto de esos conocimientos logró
retener en ese proceso que ignoraba su capacidad de reflexión y crítica.
Hoy, es imprescindible que el educador
humanista tenga una profunda fe en el hombre, en su poder creador y
transformador de la realidad. El educador
debe hacerse un compañero de los educandos, para recorrer juntos el
camino de aprender y enseñar, pues, el hombre no se libera sólo, ni es liberado
de su terrible situación por otro, sino que se libera en comunión con los demás
y partiendo desde su realidad.
En todas ellas, educadores y educandos, están condicionados de ante mano
a compartir un espacio común. Es decir a conformar una comunidad. O Una especie
de comunidad básicamente institucionalizada. Las bases de la educación de hoy,
deben ser la de un nuevo rol del educador como Mediador, Mediador entre los jóvenes y el medio ambiente social y
cultural. El educador no es más « solamente » un agente social
exclusivo, sino un agente que representa el interés del Planeta, y no solamente el país y su sociedad. Será tarea
de ambos planear el futuro, desde esa perspectiva contemporánea a la situación
mundial, regional de América Latina y local de Bolivia.
El milenio que ha comenzado en
este siglo XXI, proporciona una metáfora para el cambio. Motiva el
cuestionamiento acerca del pasado y nos permite reflexionar sobre las
tendencias que debe abordar la educación social, para enfrentarse a los
restos que de este nuevo siglo.
Pero la educación no es un asunto que está solamente en
las manos de los profesionales de la educación. Toda la sociedad ha de cooperar
en esa causa, de ahí que se consideran educadores otros factores sociales:
1.3 OTROS EDUCADORES: LA FAMILIA , LA SOCIEDAD , LA IGLESIA
Y LA ESCUELA
Tomando en cuenta lo anterior, podemos decir que dirige, encamina o
adoctrina, no sólo el maestro de las unidades educativas, pues, sabemos que en
el mundo actual son innumerables los factores que intervienen como “educadores”
en la formación de las nuevas generaciones: la escuela, la familia, los medios
de comunicación masiva, etc., esto hace complejo el análisis del proceso de
formación social del ser humano y, a esto debe agregarse que no todos estos
factores tienen la misma incidencia en dicha formación, pues, algunos de ellos
tienen suficientes recursos como para neutralizar o anular la influencia
educadora de los otros factores.
Pasaremos a desarrollar una rápida revisión de cada uno de estos
importantes factores:
v
LA FAMILIA
Innegablemente es el factor más importante en la formación y orientación
del ser humano. No podemos negar que es en el seno de la familia que el niño
asimila los contenidos más esenciales y fundamentales de la cultura en la que
se halla inmerso. Las costumbres, los hábitos, los valores, las tradiciones,
las pautas de conducta la forma de ver y evaluar el mundo, la forma de pensar y
expresarse, la forma de percibirse y sentir a los demás, etc. son adquiridos en
las relaciones primarias del niño con su entorno familiar.
Por lo anterior, las posibilidades económicas y culturales de la familia
son, las más de las veces, factores determinantes para el desarrollo o atrofia
del potencial que trae cada niño como ser humano.
v
LA ESCUELA
La educación que imparte la escuela se diferencia sustancialmente del de
la familia porque es una acción intencionada, por lo mismo, planificada,
evaluada y replanificada; en cambio, la educación que se da al interior de la
familia, es una educación espontánea y natural, desarrollada en la cotidianidad
de la vida. Por ello podemos decir que la escuela es un ámbito artificial,
creado por el mismo hombre para sustituir a la familia en la formación de las
nuevas generaciones. Esto, porque si bien en un tiempo pudo la familia dotar a
sus nuevos componentes de todo lo necesario -conocimiento y destrezas- como
para que puedan tener un desempeño adecuado en la sociedad, el avance de las
ciencias y las exigencias de la misma cultura, mostraron con rapidez que lo
proporcionado por la familia ya no era suficiente, por lo que era necesario de
instituciones dedicadas exclusivamente a preparar al hombre y a la mujer para
una vida cada vez más exigente.
La escuela, por su naturaleza artificial, realiza grandes esfuerzos para
abrirse al mundo y a la vida, pues, es en función de ellos que debe formar a
las nuevas generaciones. Este el gran desafío para la nueva escuela: que en su
intencionalidad y lo planificado de su trabajo se hallen expresadas las
necesidades y aspiraciones del hombre, la sociedad y la historia.
v
LA SOCIEDAD
La vida en sociedad es la fuente natural y primaria de aprendizaje para
el ser humano, no sólo la familia como célula social, sino la sociedad en
general se constituye en fuente de conocimientos y de normas para la conducta del
individuo. Precisamente, el proceso de socialización implica el moldeo natural
al que la sociedad somete a la persona desde su nacimiento.
Las costumbres, las normas de trato social, las formas de pensar, de
concebir las cosas, de actuar, etc., en mayor o menor medida, tienen un origen
eminentemente social. Esta influencia de la sociedad sobre el individuo es tal,
que puede señalarse sin temor a exagerar, que la persona es producto de su
medio socio-cultural, obviamente sin negar con ello su capacidad de procesar y
transformar, con sentido crítico y personal, la información que puede llegar a
él.
v
LA IGLESIA
Otra de las instituciones “educadoras” importantes es la iglesia, en sus múltiples expresiones. Abstrayendo
el credo que puedan profesar, no puede negarse que son fuente de valores, de
formas de ver al hombre, a su misión y a su destino, a la sociedad, a la
historia y a la relación de Dios con toda la realidad.
Estos elementos que son constitutivos de las actitudes hacia la
religión, obviamente dirigen, encaminan y adoctrinan a quienes tienen relación
con estas instituciones, sin embargo, las diferencias son notorias a la hora de
analizar los contenidos de sus mensajes y las concepciones que proclaman, por
ello, se hace necesaria también una actitud reflexiva frente a ellas.
1.4 EL
CONTENIDO: CONTEXTO Y SIGNIFICACIÓN DEL CONTENIDO
Cuando el ser y la formación del educando son objeto de reflexión,
surgen muchas interrogantes, muchas concepciones y otras tantas propuestas.
Obviamente es el motivo de la acción educativa. Sin embargo, ¿el educando es
motivo en sí de la acción educativa? Debemos detenernos a meditar esto último
si no queremos dar respuestas ligeras.
¿El educando, en el proceso educativo, es tomado en sí o como depositario de una sociedad y una
cultura que quieren perpetuarse a través de las nuevas generaciones? En el
marco educativo, el ser del educando no es un ser para sí en forma pura, es un
ser en sí y para la cultura, para la sociedad y el momento histórico en el que
se halla.
Esto último nos permite afirmar que los contenidos educativos tienen
como finalidad esencial que, lo alcanzado por el ser humano en el ámbito
científico, social, tecnológico, etc.,
no se pierda, sino avance en forma continua: de donde llegó una generación
deberá partir la siguiente, sin abruptos saltos ni el desconocimiento de lo
logrado.
Por estas razones, cuando tratamos de los contenidos educativos no sólo
hacemos alusión a una selección de material, orientada por las necesidades,
expectativas y características del educando; aludimos también, y en grado
superior a lo reconocido, aquellos contenidos que exige la sociedad, la ciencia
y la tecnología del momento.
En la coincidencia de estos dos aspectos del proceso educativo:
contenidos y educado, podemos decir que los contenidos presentados a los
estudiantes son los que requiere la continuidad de la civilización y la
cultura; el grado de dificultad, la secuencia y las estrategias de presentación
dependen de las características y necesidades de los estudiantes.
Cuando nos referimos a una educación contextualizada, estamos
refiriéndonos precisamente a una educación en la que los contenidos deben
responder tanto a las exigencias del medio, como a las características del
dicente. En este marco se comprende también lo que es el conocimiento
significativo, es decir aquel conocimiento que tiene significado para el
educando porque se relaciona con los conocimientos que ya posee (conocimientos
previos) y, por que se relaciona con su contexto inmediato.
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